UTOPÍAS Y ASOCIADOS
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TOS
"Si una mentira se repite las veces suficientes, termina convirtiéndose en verdad" - Joseph Goebbels

Y ahí estaba yo, cinco minutos antes de prender una bombilla que sin saberlo 115 años después aun seguiría encendida esbozando su luz hacia el ultimo cartel que represento la liberación femenina de mi época.
Era una inmigrante Latina en Norte América, llevaba 6 meses hospedada en la casa de doña Laurie, una enfermera anciana que vivió la guerra de sucesión; dura de carácter pero sin negarlo, mi impulso en esta inhóspita soledad.
Aún era joven y comenzaba a trabajar en la Edison & Swan United Electric Light Company Limited, una latina trabajando en las grandes ligas, empezando en 1883 A diario veía como quemaban filamentos en busca de mejorar la forma en que se iluminarían las calles, trabajos y hogares, eso sí, de los pudientes, esos que tenían como comprar algo más novedoso que una vela, porque claro está, trabajaba en las grande ligas, pero como aseadora; era parte de la continuidad en este lugar, pero a la vez tan efímera. Y es que no nos daban mucho más por hacer a las mujeres por este tiempo, aunque ahí donde me veían era una artista en desarrollo o sin desarrollo, porque poco era el tiempo que me quedaba para explorar. La vida se convirtió en una monotonía, pequeñas charlas matutinas con la anciana, ver como se queman filamentos, asear hasta las 10 pm y repetir. Pero eso no era lo único que se quemaba por aquí, el feminismo repuntaba con gran activismo, casi a diario se veían pasar por la calle de la fábrica, marchas de mujeres que crearon la Asociación Nacional por el Sufragio de la Mujer.
Todas pasaban sosteniendo pequeños carteles pidiendo igualdad de derechos, acto muy noble, una lucha no solo por ellas, sino por las mujeres del mundo, pero aun así, el pensamiento recurrente era ¡que carteles más feos!.
ABISMO
FRAGMENTARIA
"Todo es mío y nada me pertenece,
nada pertenece a la memoria,
todo es mío mientras lo contemplo." Wislawa Szymborska-Paisaje con grano de arena
Fue así como poco a poco me fui interesando aún más en aquellas marchas, se metió aquel pensamiento: “vamos hacer arte en medio del caos”. Lo recurrente paso a ser parte del hilo que enlazaba toda mi vida.
Tome la iniciativa y cambie de trabajo, ahora limpiaba una estación de bomberos donde tenía más tiempo de hacer carteles y marchar. Si a cualquiera le preguntabas por la “clavellina roja” firmemente te mostraban panfletos, carteles o calcomanías puestas en cualquier parte de la ciudad. Quien iba a pensar que me convertiría yo, en una activista de otro país, yo que necesitaba luchar por ser inmigrante, ser mujer, y hasta por el deseo de tener un pequeño objeto como una bombilla en el hogar de la anciana Laurie, para poder leer, recortar y pintar carteles en la noche.
Era esto todo un sueño, aunque no lo crean fui ganando reconocimiento en medio de todo y ahora me buscaban para hacer carteles, me expresaba por medio de ellos y todos decían que el toque característico era la revolución; lo mejor es que ganamos, lo logramos, ahora se nos reconocía el derecho a votar y este era el inicio de grandes cosas.
Ya entrada un poco en años, seguí trabajando en la estación de bomberos, ya que de revoluciones no se comía mucho menos se vivía, ahora todo lo hacía más lento, quedaban en mi memoria fragmentos de un pasado glorioso, pero ya estaba cansada; fue así que en una calurosa noche de 1930 y en medio de tanta oscuridad para la humilde labor de asear, ajuste en aquella estación 6 de bomberos en California, la bombilla de un faro y justo bajo el, la clavellina roja, el ultimo cartel revolucionario, donde sus tonos eran tan opacos como la idea de un futuro infinito y que aun sin saberlo mis nietos conocerían...
"Una recurrencia que le excita y que a su vez le apacigua" - Dos, Rosalind Krauss (p. 47)